Los trabajadores informales fueron los más afectados por las secuelas de la Covid-19. Para los millones de trabajadores que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad, la pandemia tuvo consecuencias devastadoras. La crisis no solo puso en jaque a la salud pública; si no que su efecto en los ámbitos económico y social puso en peligro los medios de vida y el bienestar a largo plazo de millones de personas en el mundo, principalmente, trabajadores informales.
La informalidad
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la informalidad abarca actividades no reconocidas por el Estado; que no cumplen con las regulaciones de registro, formalización o tributación. El sector informal, es también reconocido como un segmento de la fuerza de laboral que desempeña trabajos inestables y debaja productividad.
No obstante, existe controversia en lo que respecta al origen de este fenómeno. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), mientras algunos afirman que la informalidad representa una estrategia de supervivencia o un refugio involuntario de los ciudadanos que se encuentran en situación de pobreza, otros toman la informalidad como una alternativa de trabajo que permite generar mayores ingresos.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mayor parte de los estudios indican que aquellos con menos experiencia y educación presentan una mayor probabilidad de trabajar en el sector informal. Por lo tanto, la población joven y la de tercera edad fueron las más afectadas por la crisis de la Covid-19 debido a su inestabilidad económica y laboral y su vulnerabilidad ante el virus.
Causas y consecuencias
Por un lado, la excesiva reglamentación podría identificarse como una causante del empleo informal, ya que esta hace que la formalización sea muy costosa para los pequeños empresarios. Por otro lado, la falta de ciertas regulaciones clave, o de medios para hacer cumplir las reglamentaciones existentes, promueve las actividades informales. De la misma manera, la falta de crecimiento económico resulta en una participación cada vez mayor de empleos informales en la fuerza laboral.
La informalidad, implica dos principales consecuencias. En primer lugar, los trabajadores informales carecen de toda forma de protección social. Según la Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el limitado acceso al seguro de salud, desempleo y accidentes de trabajo hace que los trabajadores informales estén más expuestos a los riesgos del trabajo, el restringido acceso a la protección de los sistemas de pensiones impide que éstos se jubilen mientras que la falta de capacitación dificulta su desarrollo y crecimiento. En segundo lugar, el empleo informal es de baja productividad y bajos salarios. Por lo tanto, el crecimiento del sector informal implica el aumento de la pobreza y la desigualdad, lo que dificulta aún más el desarrollo económico.
La informalidad en Latinoamérica
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), uno de cada dos personas ocupadas en la región se encuentra en condiciones de informalidad. La crisis sanitaria de la Covid-19 habría causado la pérdida de 49 millones de empleos formales en la región, lo cual se tradujo en la disminución de ingresos y el aumento de la pobreza, que desplazó a una cantidad aún mayor de trabajadores a la informalidad.
De acuerdo con la OIT, el impacto más intenso ocurrió entre las mujeres de la región por la mayor presencia femenina en sectores económicos fuertemente afectados por la crisis como hotelería y restaurante, entre otras actividades de servicios y del sector de hogares. Por ende, se señala la mayor tasa de informalidad entre las mujeres.
Atendiendo los efectos de la pandemia, varios gobiernos de la región implementaron acciones para proteger a grupos vulnerables e informales no cubiertos por ninguno de los mecanismos de asistencia social tradicionales. Para aliviar la situación económica de estos grupos en el corto plazo, los países ampliaron la cobertura de las transferencias de efectivo, aumentaron los montos de pago, entregaron canastas de alimentos, entre otras medidas.
Los sectores más afectados en el 2020 mostraron cierta recuperación en el 2021, el nivel de empleo de hoteles y restaurantes creció 5,4% interanual. No obstante, la cifra no compensa la fuerte pérdida de empleos de 17,6%. Aproximadamente, el 63,3% de los trabajadores informales de Latinoamérica no tiene acceso a las redes de protección social, como las transferencias de efectivo y las pensiones de solidaridad.
El 70% de los empleos recuperados en el 2021 eran informales, cifra que continúa siendo elevada. Cabe considerar que, pese a la reapertura de los sectores económicos, la tasa de informalidad podría incrementarse a medida que más personas ingresen a la fuerza laboral ya que la región se encuentra en un contexto inflacionario, de bajo crecimiento e insuficiente creación de puestos formales.
La crisis de la Covid-19 puso en evidencia la extrema inseguridad que atraviesa un trabajador informal y la gran dificultad de ofrecer protección a este grupo en tiempos de recesión. En otras palabras, en la actualidad tenemos una nueva oportunidad para repensar la importancia de afrontar las vulnerabilidades estructurales presentes en la región y en nuestra sociedad a través de mejoras en los sistemas de protección social y su extensión a trabajadores vulnerables, la adaptación de los sistemas de seguro de desempleo en América Latina y la estrategia de desarrollo para incrementar los empleos formales en la región.