La relación entre educación y el empleo informal

La educación de la población es clave para reducir los niveles de pobreza y desigualdad, ya que las personas más instruidas tienen mayor posibilidad de acceder a empleos mejor remunerados en el sector formal que les permitiría aumentar su bienestar y el de sus familiares. 

Las personas con menos escolaridad tienen menos opciones para emplearse de manera formal, por lo tanto, una alternativa al desempleo es insertarse en el mercado informal, a pesar de que los niveles de ingresos en este sector sean inferiores.   

Conexión entre informalidad y años de escolaridad

La economía informal incluye todas aquellas actividades económicas que no están registradas por las autoridades correspondientes y no contribuyen al pago de impuestos. En el caso de los trabajadores son aquellos que no poseen los beneficios de los programas de seguridad social financiados a través de una contribución fija como proporción de su salario compartida entre la empresa y el empleado, o no cuentan con Registro Único de Contribuyentes (RUC) pese a ser trabajadores independientes.

Este fenómeno genera una situación de dicotomía para la economía, por un lado, permite mitigar el desempleo y la desaceleración económica, reduce los niveles de pobreza de las familias de menores recursos aliviando temporalmente las desigualdades de ingreso, pero sumiéndolas en una condición laboral precaria que genera mayores brechas salariales, disminuye la productividad y dificulta el control de actividades laborales no deseables, como el trabajo infantil peligroso que implica costos económicos y sociales significativos. 

Esta problemática es mayor en países con menor nivel de instrucción según diversos estudios realizados que establecen que la mayor escolarización de la población genera efecto positivo en el desarrollo de los países medido por su ingreso per cápita lo que implicaría mejores condiciones laborales para los trabajadores al percibir salarios más elevados, tener acceso a un seguro médico y jubilación. 

En general se espera que la educación de calidad también genere mayor formalidad laboral debido a que las personas más capacitadas elevan la productividad de la economía. Además, los trabajadores más instruidos son absorbidos por empresas de mayor tamaño más intensivas en capital humano, que a su vez incentiva a la formalización de la economía por la relación positiva entre mayor tamaño de la empresa y el cumplimiento de las leyes laborales.  

Relación entre grado académico e informalidad 

En Paraguay, en el 2020 el 94% de las personas sin instrucción  se encontraba en el sector informal. Este porcentaje desciende conforme la escolaridad de la población aumenta, de este modo el 85% de las personas que completaron solamente el segundo ciclo de la educación escolar básica (EEB) (1º a 6º) y el 73,5% de  quienes llegaron al tercer ciclo de la EEB y/o a la educación media (7° grado al 3° curso de la media) se encontraban en situación de informalidad. Los profesionales tampoco quedaron exentos de esta situación, ya que el 39,8% actuaban en la informalidad laboral.

Esto implicaría que los ocupados sin ningún grado de instrucción o que solo pudieron haber alcanzado a completar el segundo ciclo de la educación escolar básica (EEB) representan 30% del sector informal del mercado laboral. Este porcentaje, se reduce conforme aumenta el nivel de instrucción de los ocupados, es decir, la población con niveles de educación universitaria representa el 20% de los informales.

Por tanto, la educación es un factor relevante para alcanzar mejores estándares de calidad de vida, aumentar el grado de formalización de la economía, reducir las tasas de pobreza y desigualdad de la población. 

Cabe resaltar que, según estimaciones de PRO Desarrollo, la informalidad económica en Paraguay representaría el 45,7% del PIB en 2021, por su parte el Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que al segundo trimestre del 2022 la tasa de informalidad laboral alcanza al 62,7% de la población ocupada, mientras que la tasa combinada de subocupación y desocupación es del 12,4%. 

Además, la inversión en educación en Paraguay está por debajo de lo recomendado por organismos internacionales como la UNESCO, que indica que esta debería ser cómo mínimo del 7% del Producto Interno Bruto (PIB). El gasto promedio en educación del país como porcentaje del PIB según los datos del Banco Mundial entre el período 2015 al 2020 es del 3,3% y está por debajo del promedio de América Latina y el Caribe que fue de 4,4%. La inversión en educación realizada por el país en el 2020 (3,3%) es inferior a la realizada en el 2018 por Chile (5,4%) y Bolivia (7,1%), así como a la realizada por Argentina en el 2019 que fue de 8,1% del PIB. 

Los datos indican que es imperativo aumentar la inversión educativa en Paraguay con la finalidad de potenciar el desarrollo integral de las personas y tener a ciudadanos más capacitados y productivos que puedan generar mayores riquezas para sí mismos, para sus familias y para el país. La correcta asignación de los recursos en el Presupuesto General de la Nación (PGN) actualmente en estudio en el Congreso es fundamental para lograrlo. 

Un nivel adecuado de inversión orientada a la mejora de la calidad educativa permitiría a Paraguay aprovechar el contexto favorable con una población joven en el que se encuentra, propiciando la acumulación de conocimientos y capacidades de las personas que les permitan superar las desigualdades, y aumentar así el ahorro y la inversión para un crecimiento económico, que reduzca las elevadas tasas de informalidad y genere mejores condiciones de vida para las personas.